1.01.2008

It's aliveeeeeeee!

Acá, de nuevo el ejercicio de recapitulación anual. El 2007 fue bueno con mis pasiones melómanas y viajeras. Chequen. (con esto espero que reviva el Rincón...)


Enero
Nada. Sólo me enteré de que el mito es cierto, lo experimenté en carne propia: existe un Jazz que es de una sola nota.


Febrero
Gran mes. Los jueves de jazz en el Séptimo Piso, de maravailla. Inició el mes con el maestro Eugenio Tossaint acompañanado de Gabriel Puentes en la batería y el señor Agustín Bernal al contrabajo. Un concierto casi privado, gran compañía, yo con una botella de tinto en las venas.

El ocho tocó ver a Penguin Bop. Excelente combo que hace un estilo de scat tradicional con algo que lo coloca en el tercer milenio.

El jueves de quincena fue para el guitarrista Eduardo Piastro, uno de los más pulcros exponentes del jazz nacional.

Viernes 16. Mi primer día en una Universidad de verdad…

El día 22 bailamos, o al menos eso intentamos, con el señor del contrabajo, Israel Cupich. Conocí mucha gente, lo malo es que para estas fechas ya había sido yo echado de Radio Universidad…

23 de febrero. Ah, qué concierto. Medeski, Martin & Wood en el Teatro de la Ciudad. Acá la reseña del evento. Placer auditivo puro, una banda y no payasadas.


Marzo
De nuevo, el mes inició con jazz en el Séptimo Piso. Los Dorados y su ego nos hicieron bailar, y eso que los pesos estaban escasos y no había muchos para cerveza.

Martes 6. Roger Waters en el Foro Sol. Uno de los mejores conciertos del año. Sin palabras. Sin palabra. Sin palabr. Sin palab. Sin pala. Sin pal. Sin pa. Sin p. Sin . Sin. Si. S. .

Viernes 16. Juan Brujo y compañía en el Cultural Roots. ¡Cuánto quiere ese coyote! Lo malo de este concierto fue la pésima organización, el lugar pequeñito y sin salidas de emergencia, las cervezas inalcanzables y las bandas abridoras (qué es eso de poner a Garrobos a abrirle a Brujería). Este fue el primer concierto de Brujería en México (sin contar su participación en el Vive Latino 06)… y también coincidió con el último concierto de The Gathering en México… snif. ¿Por qué no se puede estar en dos lugares a la vez?

Lunes 19-Miércoles 21. Días de playa. Merecidísimos.

Viernes 23. Kimmo Pohjonen, Pat Masteloto y Trey Gunn: KTU en el Teatro de la Ciudad. ¡Ay cabrón! Definitivamente la nueva cara del progresivo. Un concierto que a ratos caía en el aburrimiento del progresivo y sus pasajes académicos interminables, herencia del paso de dos de sus miembros (Gunn y Masteloto) por King Crimson. Pohjonen, con ese genio que sólo poseén aquellos que no exponen sus neuronas a tanto sol, es el elemento sopresa del trio: vaya forma de devastar el acordeón.

Sábado 24. Alquimista de las seis cuerdas, Fred Frith en el Teatro de la Ciudad. Más de sesenta minutos de improvisación y ruido. Fred, su guitarra, y todo su background neoyorquino. Arte dirían algunos, yo me reservo el comentario.

Miércoles 28. Del bajo mundo inglés, canciones oscuras e instrumentos inusuales, el crastati criminal, un sólo de bebé (así es, y también de chipote chillón) y la imagen decadente de tres músicos extraodinarios: The Tiger Lillies en el Teatro de la Ciudad. Maravilloso, toda una inspiración...


Abril
La primera semana, completita, la pasé en el norte. Viajé a Los Mochis, me subí al Chepe y dormí en Creel. Pasé Jueves Santo en San Ignacio, una comunidad Tarahumara cercana a Arareko, volví en la cajuela de una troca a Creel y, de nuevo en el tren Chihuahua Pacífico, recorrí la sierra hasta la capital del estado. Calor-frío extremos. La Yaquesita en las costas de Topolobampo. Cerveza Carta Blanca. Buenas pláticas y el mejor compañero de viaje. Lugares exóticos y narcocorridos, muchas tejanas, botas, camionetonas bien fiteadas y narcos, muchos narcocorridos.


Mayo
Viernes 4. The Easy Star All Stars en el Salón México. Nada como escuchar el legendario Dark Side of The Moon y el épico Ok Computer al ritmo de reggae y dub. Una noche como pocas se han vivido en el centro del DeEfe.


Sábado 12. Luis María Pescetti nos dijo a toooodos los asistentes al Teatro de la Ciudad (en especial a los niños) que somos el perfecto público de porquería.


Junio
Viernes 22. Pasaron muchas cosas. La primera, la menos importante, cumplí veintitrés años. Las otras dos son igual de importantes en mi vida. Una es un golpe impresionante, demoledor, pues por primera vez en mi vida reprobé un examen. La otra fue una de las cosas más importantes del año: nació el Panóptico.


Julio
(vacío)


Agosto
Jueves 16. Ingresé a Cetin Techonologies como un obrero más. Trabajo informal, pero al menos no es aburrido y me dejan seguir estudiando. Actualmente, lo paso bien.

Sábado 18. Buena fiesta en la boda de Susy. Yo triste, no por ella, pero triste al fin. En fin.


Septiembre
Sábado 1. Luego de que nos dijeran (a Arturo, Barra y a mí) que somos unos nacos y nos negaran la entrada al fresísima Mancera Lounge para ver la presentación de la ReacTable, nos lanzamos a La Victoria a ver a Explosions in the Sky. El 2007, entre otras cosas, me dejó el post rock. Todo un viaje.

Viernes 28. Luego de mucho esperar, finalmente Katatonia se presentó en el Circo Volador. Una de mis bandas favoritas, lástima del audio tercermundista.


Octubre
Sábado 6. Porcupinte Tree en el Metropolitan. Otro conciertazo. Nada que agregar, las palabras sobran, en serio.


Noviembre
Jueves 22. Orphaned Land en Puebla… ajá. En lugar de eso tuvimos a los hermanos Toussaint (Sacbé).


Diciembre
Sábado 8. (Clic aquí, nada más)

Para terminar (25-28), Guanajuato y sus callejones son perfectos…




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A ver qué nos depara el 2008. Todo apunta hacia Iron Maiden (para empezar)… y nada sería más perfecto que verlos dos veces… Ojalá.

6.20.2007

Nomás un puño de tierra...


(1919-2007)


Cantando voy por la vida
nomás recorriendo el mundo,
si quieren que se los diga
yo soy un alma sin dueño,
a mi no me importa nada
pa' mi la vida es un sueño.
 
Yo tomo cuando yo quiero
no miento soy muy sincero,
y soy como las gaviotas
volando de puerto en puerto,
yo se que la vida es corta
al fin que también la debo.
 
El día que yo me muera
no voy a llevarme nada,
hay que darle gusto al gusto
la vida pronto se acaba,
lo que pasó en este mundo
nomás el recuerdo queda,
ya muerto voy a llevarme
nomás un puño de tierra.

4.28.2007

Мстислав Леопольдович Ростропович


Por fin tu reencuentro con Shostakovich.
Yo sé, Dios dirá: por favor, el concierto no. 1.


Descansa en Paz.

Mstislav Rostropóvich

1927-2007

4.18.2007

Forma I. Morir por tus ideas.

¡Dios! ocupaciones,

(tomé decisiones equivocadas en los peores momentos)

aversión y repulsión,

arrastrado:

guarda esos ojos.

soy soberbio,

despectivo

No sabes decir otra cosa:

tus ideas

murió por sus ideas.

j.AlfonsoValencia.

18 abril 2007.

3.14.2007

El día que conocí el lado oscuro de la luna...

Luego de que Albert Hofmann lograra, por accidente, llegar a un estado de conciencia nuevo e inexplorado, las artes, sobre todo la música, se volcaron hacia una nueva estética: introspectiva y de resultados complicados para los sentidos.

La historia de las artes del siglo XX (sino es que toda la Historia) puede dividirse en antes y después del LSD.

Aunque la música siempre ha tenido una relación muy íntima con las drogas, el LSD ha sido su amante predilecto. Surgieron los géneros más plásticos jamás imaginados por los puristas del sinfonismo. Germinó una nueva música, instrospectiva, dedicada completamente a la nueva categoría de viaje: el interior, llamado así porque la nave ideal no es siquiera el cuerpo, sino la química que resulta de la interacción corporal con sustancias concebidas para ampliar los horizontes y umbrales de la percepción.

Así las notas se convirtieron en agravantes de esa exploración química alucinante. La música se convirtió en motivo y sustancia para la experimentación en otros terrenos artísticos. La música y la experiencia tecnológica del estéreo se volvieron por una época inspiración per se de artistas en todas las disciplinas.

La música se volvió de colores, y más que formar parte, provocaba y producía los viajes más vertiginosos, los más reales, los más profundos.

Hay un orquestador. Un líder, un guía en toda la expresión de la palabra. Él ha logrado confeccionar y rediseñar el viaje. En un ejercicio de impecable aplicación de las nuevas tecnologías audiovisuales, ha logrado crear las más aguzadas alucinaciones y experiencias extra-sensoriales… y sin necesidad alguna de utilizar sustancias prohibidas: no fue preciso el psicotrópico de Hoffman.

Roger Waters, artífice, mente única, creador erudito de alucinaciones: un radio antiguo, gigantesco, una botella de whisky, un vaso y Chuck Berry de las bocinas. Una escena casual: la botella de algún patrocinador y la música para pasar el rato. Las luces se apagan y suena Roll Over Beethoven. Se ilumina el escenario y su escenografía. Una mano gigantesca aparece para girar el dial del radio en busca de otra estación… Check Berry se desvanece y se escucha la estática de un radio mal sintonizado. Suena más rock n’blues y la mano aparece para llevarse el vaso. El vaso regresa vacío y entonces toma la botella para rellenarlo. La escena burlaba los sentidos: ¿oye, está en dos o tres dimensiones? Ahora estábamos, los cerca de cincuenta mil asistentes, atrapados, hipnotizados… elevados.

Martillos marchando, recorridos por la galaxia… ¿Alguna vez han volado a través de una nebulosa? Un cerdo gigante y la consigna, el grito de una generación revolucionaria que hace link (que no vínculo) con los más jóvenes: Cerdo Bush tira el muro de la frontera… Risas más allá del estéreo (esas de Syd Barret al encontrar problemas en la sinapsis), helicópteros y cincuenta mil personas de pie, ovacionando al director de esa alucinación: Rogelio.

El momento paroxístico de la noche perfecta. La tecnología láser llevada a terrenos del arte: un prisma recibía por uno de sus lados luz blanca para descomponerla en los siete colores primarios… una escena impresionante, idéntica a la portada del disco interpretado, de pe a pa, The Dark Side of the Moon. Luego el prisma gigantesco giraba ofreciendo el rayo de luz blanca a la última fila del Foro… al dar la vuelta el abanico hepticolor, enorme, recorrió y atravesó a todos los asistentes, revelando a todos el secreto, descubriendo nuevos significados al mito del tesoro al final del arcoiris.

Todo marcó la perfección. En la pantalla se mostraba el lado oscuro de la luna y el cielo, raro entre tanta polución, nos regalaba la redonda brillantez de la luna y el único lado que le conocemos. Estrellas en el cielo y en la pantalla alargadas a la velocidad de la luz, mutadas en listones de colores recorriendo la inmensidad de la galaxia.

Así pues, el coro de miles de mexicanos interpretó majestuosos temas de los cuales jamás olvidaré Mother, Shine on you crazy diamond, Wish you were here, Sheep, el Dark side of the moon completito, Another brick in the wall, y el final, paroxístico, increíble: Comfortably Numb.

Así pues, esa noche descubrí que el lado oscuro de la luna es más brillante que el que conocemos. Aquellos que lo han visitado no me dejarán mentir.


2.27.2007

Medeski, Martin & Wood: El escenario

A veces los escenarios se convierten en museos. Lugares, paredes, espacios donde cada pieza debe ser colocada con exactitud para lograr los efectos y sentidos que la galería, la exposición intencione. En ocasiones los curadores prefieren la luz, otras veces optan por el discurso directo y muchas otras por la meticulosa retórica de la imagen. En todo caso, en todos, la galería trata de innovar y llevar la obra más allá del mero y simple discurso artístico onanista. Es en la galería donde la obra adquiere su verdadero valor: es ahí donde se exhibe, se muestra, donde ciertamente nace.

Y realmente, los escenarios, esos lugares misteriosos donde por momentos los mortales son endiosados, cuando son tomados por la gente correcta se convierten en museos, en galerías, en fastuosos lugares de contemplación. Equivocadamente (gracias a pelafustanes que se dicen artistas) se cree que los escenarios son lugares de reproducción. Gran error. Son el lugar ingobernable de la creación musical. Es en ellos donde los grandes crean, inmortalizan los efímeros momentos de su obra construida en el momento, creada del silencio y el dominio absoluto de los instrumentos y sus notas.

John Medeski, Billy Martin y Chris Wood o Medeski, Martin & Wood. Incuestionables creadores, el viernes 23 de febrero convirtieron el Teatro de la Ciudad en un escaparate de arte, colores y texturas. Monumentos dedicados a la imaginación y al buen gusto fueron elaborados y colocados majestuosamente uno tras otro. El trío ejecutó las artes de la museografía en su concierto. Iniciaron llevando la música a los únicos límites válidos para los genios: esos de la fantasía, del límite sin límite. Una larga experimentación sobre ondas que fluctuaban sobre una cama de ruidos metálicos, un músico en el piso, como jugando golpeando metales y otro girando perillas y presionando botones mientras el último atacaba las cuerdas de su bajo ya sea con los dedos veloces, ya sea con el arco quejumbroso.

El concierto inició con el paroxismo de la experimentación, la improvisación, esos experimentos que sólo pueden hacerse en los escenarios porque el espacio en los cd’s es muy pequeño y voluble. Esas estructuras que sólo pueden disfrutarse en vivo, mientras se observa al músico concentrado tras su artilugio, inmerso, ensimismado. En relación absolutamente íntima con su instrumento y su pentagrama imaginario mientras nosotros jugamos el papel de voyeuristas, intrusos, parásitos en un proceso simbiótico de resultados prodigiosos e íntegramente alucinantes.

Siguieron con las notas ácidas, coloridas, psicodélicas de la música que sólo ellos saben hacer, incatalogable que a ratos sabe a electrónica (aunque no samplean ni utilizan loop alguno), a progresivo, a rock, funk… a jazz, a libertad. Un viaje, un ácido en do, en fa, en me, en ma y en wo.

Terminaron rompiendo los esquemas del escenario. Regresando toda esa experimentación, electrónica y electricidad al piso (bajando), cerrando el ciclo que deseaban para su galería… terminaron tocando sin amplificación, trasladando la música a los terrenos de la honestidad: única categoría válida para los verdaderos genios.

Del otro lado las butacas parecían moverse a través de un túnel de colores que se desvanecían en un efecto a la velocidad de la luz. La mayoría del público se dejó llevar por esa sustancia alucinógena que es la música marcada por las siglas MMW. Nos dejamos vencer por las cadencias, las estructuras que tomaban forma de toboganes y albercas de luz.

No estoy exagerando, de verdad, fue alucinante.

2.20.2007

Ayer fui a un concierto... Penguin Bop / Eduardo Piastro

Jueves de jazz en el 7ºpiso (deefe)
Penguin Bop (8 febrero)
Eduardo Piastro (15 febrero)


Qué triste que los lugares para las verdaderas alternativas musicales se expandan como sarampión en la gran ciudad, y la gente se aleje temiendo ser contagiada de algo que no es más dañino que el ritmo y la música bien ejecutada.

Qué triste que el 7ºpiso luzca vacío (en las dos ocasiones menos de 20 personas) y en el escenario los músicos den muestras de sus dotes profesionales: de la misma manera tocan ante 17 personas que ante las audiencias (tampoco tan masivas, pero mayores, mucho mayores) de los festivales de jazz de la Escuela Superior de Música, por ejemplo.

El jueves 8 de febrero un interesante proyecto de jazz vocal, una bella jovencita que de verdad sabe hacer scat, probó de algún modo que lo tradicional también puede sonar fresco y moderno. Divertidos como pingüinos a la hora de sus solos, Emilia gesticula y te atrapa con su voz que no corresponde a su físico, aunque ambos están en el catálogo de hermosos.

El siguiente jueves (15), no fue un buen día. Muchos contratiempos encuentros furiosos de energías contrarias, botellas de vino rotas, un choque discreto y el reloj que avanzaba sin piedad nos hizo llegar tarde, muy tarde al concierto del maestro Eduardo Piastro.

Aún así, Eduardo muy amablemente se acercó, platicó con nosotros un rato y me regaló un disco, “para desquitar el viaje”...






Eduardo Piastro

-Doce tonos de azul

Urtext, 2004






El título no podría venir mejor a tan pulcra producción de Eduardo Piastro. Nueve composiciones que no hacen más que recordarnos la belleza del azul: luz tenue que lo mismo alegra el paisaje oceánico, lo mismo abona tristeza cuando alcanza ese casi morado de los días lluviosos.

En esta aventura Piastro se hace acompañar de Nicolás Santella al piano, el multifacético Aarón Cruz en el contrabajo, Hernan Hecht a la batería y el quinteto se completa con Dave McMurdo y su trombón.

El toque delicado de Piastro logra un ensamblaje perfecto con el resto de los músicos, que por un momento se alejan de las escalas estrepitosas para crear un verdadero cuadro pintado de azul, con sus variantes tristes-alegres y su única constante: la elegancia.

La composición que da nombre al disco, obra de Eduardo Piastro, es un lento, cadencioso recorrido, un paseo sin prisa por el jazz puro, honesto y muy bien detallado. El piano de Santella salta de un tiempo a otro sin alejarse jamás de la intención de la composición: extraer de cada nota el mayor espectro de luz posible, obligarnos a la sinestesia, a imaginar colores y texturas.

El quinteto se da tiempo para la contemplación, para el ir y venir sobre una figura y las transiciones lentas de un solista a otro.

Un gran producción, dirigida artísticamente por el canadiense Dave McMurdo y producida por el mismo Piastro, resulta un verdadero ejercicio artístico/musical.

Un excelente disco para escucharse una fría noche (despejada, con el cielo en ese azul negruzco que se parece mucho al negro pero es azul en los bordes de la luna) con un whisky en las rocas… o un día caluroso, a la orilla del mar (que lleva en sí todos los tonos del azul)… con un whisky en las rocas…

Disfruten el jazz nacional.